lunes, 21 de abril de 2008

LA GULA

El Sol, la Luna y el Viento, que eran hermanos, fueron invitados por sus tíos, el señor Trueno y la señora Relámpago, a un banquete. Los tres fueron muy contentos, pero su madre, una Estrella, tuvo que quedarse sola en casa.Cuando llegaron a casa de sus tíos, los tres se quedaron alucinados con los exquisitos manjares que habían preparado sus tios. Las mesas estaban llenas de toda clase de comida, así que se sentaron a disfrutar del banquete. Comían, comian, comian ahora un poco de aquí y luego un poco de allá, venga a comer, y cada plato era mejor que el anterior.Pero mientras que el Viento y el Sol solo pensaron en comer, comer y comer todas las exquisiteces que les servían, sin acordarse ni un poco de su madre, la dulce Luna no la olvidó. Así que cada vez que les servían un nuevo plato, la Luna escondía un poco debajo de sus largas uñas para que su madre también pudiese comer algo del banquete.Cuando volvieron a casa, su madre, la Estrella, les preguntó: - ¿Cómo ha ido el banquete? ¿Os lo habéis pasado bien? ¿Qué me habéis traído? El Sol, que era el mayor, contestó primero:- No te he traído nada mamá. Yo he ido al banquete a comer todo lo que podía. Para que te iba a traer comida pudiéndomela comer yo.A su madre no le gustó nada esa respuesta, pero esperó a que su otro hijo, el Viento hablara:- Yo tampoco te he traído nada mamá. Con lo que me gusta comer dulces.... había un gran conejo de chocolate... que mientras estaba comiendo los primeros platos estaba pensado en empezar a comerme ese conejo por la oreja ¿cómo esperabas que me sobrara algo para traerte?La Estrella estaba cada vez más enfadada. Pero entonces la tierna Luna habló, alegrando el corazón de su madre:- ¡Madre no te preocupes! ¡Mira lo que te he traído!-. La Luna cogió un plato y empezó agitar las manos. Entonces, los manjares más apetitosos aparecieron delante de todos. La Estrella estaba contenta por lo que su hija menor había hecho, pero seguía enfadada con sus dos hijos mayores, así que decidió castigarles. Y le dijo al Sol:- Hijo, como solo has pensado en comer y comer, sin acordarte para nada de tu madre, te castigaré con una maldición: de ahora en adelante todos tus rayos serán ardientes y quemaran todo lo que toques. La gente te odiará y se darán protección cuando aparezcas.Luego le dijo al Viento:- Tú también te has olvidado de mí mientras te atiborrabas a comer. Por eso cuando soples serás un gran destructor y la gente te odiara por destrozarles sus propiedades, y la naturaleza se marchitará a tu paso.
Por fin, se dirigió a la Luna:- Hija mía, tu has pensado en mí. Has compartido el banquete conmigo te estoy agradecida. A partir de ahora serás siempre tranquila y brillante. La gente quedará encantada con tu presencia.



MORALEJA: El que come un huevo sin sal come a su madre si se la dan.

LA NIÑA SANDIA

Erase una vez una niña, una niñita rubia, ojos azules, muy atlética, una niña que llamaba mucho la atención, no precisamente por su belleza si no por su gran cabeza, la llamaban la niña sandia.
Cuando nació que fue un 28 de junio de hace muchos muchísimos años, ya que estamos hablando de una historia que se remota al tiempos de cuando existían los vampiros, las hadas, los hobbits y batman, su madre tardó en sacarla de su vientre 2 meses 1 semana y 3 días, 9 horas y 53 minutos justos, el parto como podéis imaginar fue muy duro, un bebe que pesaba 2 kilos de cuerpo y 6 de cabeza,
La niña no comenzó a andar hasta tuvo la edad de 9 años, el médico la obligaba a comer más para que hiciera proporción su cuerpo con su enorme cabeza, pero ni la niña ni su familia querían que tuviera problemas de sobrepeso, así que decidieron que hiciera mucho ejercicio sobre todo de cuello para que la pudiera mantener en su sitio. Lo consiguieron a base de mucho esfuerzo, pero la niña seguía teniendo la cabeza como una sandía de 8 kilos.
Cuando se es un niño y tienes un problema los otros niños son muy crueles, la pusieron su mote y así se quedo toda su vida, pero los problemas no vinieron con esas edades, vinieron más tarde en la adolescencia.
No sólo era cabezona físicamente, intelectualmente también lo era, todo lo que se proponía lo conseguía, era muy buena estudiante, iba tres años adelantada a los de su edad, y eso la hizo destacar en muchos campos sobre todo en ciencias y matemáticas, por lo menos su cabeza no servía solo de adorno decorativo y motivo de mofa para el resto del mundo, también tenía su lado positivo. Su cabezonería le trajo muchas alegrías a nivel de estudios y satisfacción personal, pero también le trajo muchos problemas.
Estaban preparando el fin de curso del año 12623 d.S.! Chupsy (que era como se llamaba la niña) había decidido no ir, por iba a ser la risa de la facultad, pero el letrado de la facultad y su familia la animaron ya que la iban a dar un premio por ser la mejor estudiante que había pasado por allí.
Cuando llegó a la fiesta que estaba decorada de los años 500, vio un chico que no hacía nada más mirarla, a ella le llamo la atención ya que el también tenía la cabeza en proporciones exageradas no tanto como las suyas pero bastante considerables.
El se acercó a ella y la dijo.-Hola me llamo Fon y hace unos años me dieron el mismo premio que te van a dar a ti.
Ahí empezó una relación, dónde no paraban de discutir porque como he dicho antes eran los dos muy cabezones y ninguno daba su brazo a torcer, ninguno de los dos cedía, así que acabaron terminando la relación. Lo mejor que le había pasado a los dos en toda su vida que era estar juntos y por puro orgullo y cabezonería no volvieron a unirse jamás y estuvieron solos el resto de sus vidas.



MORALEJA: Cuando metes la cabeza por un sitio, por allí la sacas.
! Después de Superman

LA LUJURIA

Ereb era un Elfo que llevaba tiempo buscando la casa del placer también conocida como el Molinillo Magenta, y cuando la encontró se quitó su sombrero verde con gusto y llamó a la puerta y le abrieron. La sala principal tenía una puerta al fondo. Llamó y le volvieron a abrir.
Había una cama y una ninfa. La ninfa le dijo:
-Bienvenido al Molinillo Magenta. Yo te acaricio la mano. Sólo eso. Pero la acaricio como nadie te la ha acariciado nunca. Si quieres más, llama a esa puerta pero no vuelvas mas a esta habitación nunca.
-Quiero más –dijo el Elfo.
Llamó a la siguiente puerta y le abrieron.
Había una cama y otra ninfa y esta le dijo:
- Bienvenido al Molinillo Magenta, Yo abro mis piernas y recibo tu semen en mi vagina. Ninguna ninfa te habrá hecho el amor como yo. Sólo te daré eso, tantas veces como quieras. Si deseas más, llama a la siguiente puerta y no vuelvas aquí.
El elfo, por supuesto, quería más.
Llamó y le abrieron. Había una cama y dos ninfas.
-Nosotras te besamos y devoramos tu falo, nos abrimos de piernas y recibimos tu semen en la vagina, alzamos las nalgas y recibimos tu semen en el ano. Tantas veces como quieras. Si aspiras a más, sigue adelante, nunca vuelvas, franquea el umbral.
-Quiero mucho más –dijo el elfo.
Llamó a otra puerta. Había una ninfa adolescente desnuda sobre una cama.
-Todo te lo doy, todo el tiempo. Sexo oral, sexo anal, coprofilia, coprofagia, pégame y te diré que te amo, puedes matarme. Bebo tu semen. Me unto con tu semen las mejillas. Te azoto. Te hago cortes en el pecho con una cuchilla. Me masturbo para ti, bailo y canto. También te acaricio la mano.
-Yo quiero más.
-¿Cómo sabes que hay más? –contestó la ninfa.
-Porque hay una puerta de salida en tu habitación.
-Si la cruzas, no vuelvas.
El elfo cruzó la puerta de salida de la habitación.
Había otra habitación, sin puerta de salida.
En la habitación había una cama. El elfo se tumbó sobre ella. Miró hacia el techo.
-Esta es la habitación final del Molinillo Magenta –se dijo-. Sólo tengo que esperar, porque ahora aquí no hay nadie.
Esperó varios minutos pero ninguna ninfa vino a saciarle.
Siguió esperando.
Pasaron varias horas y el elfo se entretuvo recordando a la primera ninfa. Era bella y rubia. Le hubiera acariciado la mano como nadie nunca se la pudo acariciar. Se excitó pensando en ello.
Siguió esperando porque nadie venía.
Recordó a la segunda ninfa. Era morena y bonita. Tenía los muslos húmedos. Le hubiera hecho el amor como nadie nunca se lo hizo. Se excitó pensando en penetrarla.
Siguió esperando la llegada del placer máximo.
Recordó a las dos ninfas. Podía haberlas ordenado hacer lo que él quisiera, podía haberse acostado con ambas a la vez y luego descansar mientras ellas se acostaban juntas. Estaba muy excitado imaginando las posibilidades.
La espera en la última habitación del Molinillo Magenta no le desagradaba.
Y recordó a la niña ninfa, pura piel virgen sobre un lecho perfumado. Semen en sus mejillas y azotes, sodomía, penetración Todo el goce del mundo al otro lado de una puerta que ya no podía transponer.
Y los pensamientos de su imaginación le mataron de gozo.

MORALEJA: O se peca, o se seca..

LA AVARICIA

La avaricia es una enfermedad incurable, la que con los años se va agravando, la mayor alegría que es morir abrazando su tesoro. Había en Logrosan una familia muy conocida por dedicarse a vender pan, eran los Suaves. Ellos a su vez, heredaron de su padre esta profesión con la que los había mantenido, decorosamente. Los Suaves eran cuatro hermanos, Pepa, Antonio, Chuchi y Sunci .
Ninguno se había casado habían estado juntos toda la vida. Ya eran muy mayores y sin embargo, trabajaban como hormigas y acumulaban todo lo que ganaban, para pasar una vejez tranquila. Cuenta la leyenda que estos personajes vivían en una casa de su propiedad. Los cuatro colaboraban en hacer un exquisito panecillo que era una delicia.
las personas hacían cola, pero también repartían a domicilio, Antonio era el encargado de llevar todos los días el pan caliente a sus clientes.
Eran amables, afectuosos con las personas pero no intimidaban con nadie, los Suaves habían formado su circulo.
Gracias al ahorro de la familia habían logrado reunir cerca de 100 mil euros , dinero que con frecuencia contaban uno por uno de los Suaves, sintiendo gran satisfacción de tener reunido ese dineral. Los días pasaban y los Suaves seguían acumulando su dinero que lo guardaban en una petaca. Un día idearon que sería bueno enterrarlo en la pequeña huerta que había atrás de la casa, por sospechar que la gente se había dado cuenta que tenían dinero y por miedo de que se los fueran a robar.
Así lo hicieron, y cerca de un granado cavaron un hoyo y guardaron aquella petaquilla. Los cuatro hacían tertulia en la huerta, sacaba cada uno su silla y se sentaba alrededor del granado.
Los años pasaban irremediablemente, y cada día los Suaves eran más ancianitos. Murió Chuchi, la mayor, dejando el encargo a sus hermanos que cuidaran su dinero, que no despilfarraran, recordándoles que "la economía es la base de la riqueza".
La muerte de Chuchi unió más a los Suaves, que seguían trabajando, haciendo el pan que disfrutaban los vecinos del barrio y llevando su misma vida ordenada, rayando en la miseria. Al poco tiempo, Pepa fue a reunirse con su hermana Chuchi, que había fallecido meses antes.
Y no soportando Asun el dolor, al poco tiempo también murió, dejando solo a su hermano menor Antonio, no sabía qué hacer, no podía decidir nada, ya que los cuatro lo hacían juntos. Se sintió solo en la vida, por lo que acepto irse a vivir a un lado de la capilla, en la casa su sobrino, un sacerdote muy querido y respetado en el barrio por considerárle como un "santo".
Poco tiempo estuvo en la casa del cura, ya que falleció de tristeza y soledad. La fábula que pasó de generación en generación, fue que después de algún tiempo, la Casa de los Suaves, también fue vendida por el sacerdote, las personas que la compraron, contaban que veían todas las tardes sentados alrededor del árbol de granado agrio, a los cuatro viejitos, y que oían sus voces como que hablaban.
Alguien les dijo que seguramente había un entierro... ellos no dijeron nada, pero pronto se les vio progresar, al poco tiempo dejaron el barrio y se fueron a vivir fuera de Logrosan, se dijo que a Caceres capital. Lo cierto es que los Suaves se sacrificaron toda su vida por hacer un capital, trabajaron sin descanso por gozar de tenerlo, y otros sin merecimiento, disfrutaron del tesoro de "los Suaves".
MORALEJA: ES PRECISO COMPARAR EL AVARO CON EL CERDO, SON SOLO UTILES DESPUÉS DE MUERTOS

LA PEREZA


Érase una vez en un pueblo de Aragón un matrimonio formado por un hada y un duende, El hada se llamaba Abatwa y el duende Gringott. Vivía en un agujero que había hecho anteriormente una ardilla, en un árbol grande y viejo, que a su vez estaba en un bosque inmenso y frondoso. Que cada árbol de aquel bosque habitaba una pareja de seres mágicos. Todos vivían en paz y armonía, se oían rumores de que un goblin acechaba esa tranquilidad. Por norma general eran todos muy tranquilos muy vagos y perezosos, pero como nunca se tenían que preocupar por nada, por qué lo iban a hacer ahora.
Abat y Grin, así se llamaban entre ellos para acortar el nombre, eran los más perezosos de todo el vecindario, de echo todos los años ganaban el certamen de la pareja más perezosa de la región, ninguno de los dos trabajaba, gracias a una herencia que cobraron que les permitió no hacer nada durante su larga vida.
Una noche cualquiera recién llegado el otoño, fueron a dormir con el descuido de dejarse la ventana abierta de la habitación, ninguno de los dos se dignaba a levantarse para cerrarla y ya se iba notando frío, y según se iba adentrando la noche más todavía.

-Grin.-vamos Abat levántate a cerrar la ventana .
-Abat.- Anda cariño levántate tu, que yo estoy cansada
-Grin.- Pero que te cuesta
-Abat .-Lo mismo que a ti.

Después de dos horas y media de discusión, hicieron un trato, el que primero hablara se levantaba a cerrar la ventana.

Al cabo de unos veinte minutos del pacto, se oyó por fuera del árbol como si alguien hubiera puesto una escalera para trepar por la ventana, pero Abat y Grin siguieron callados.
Alguien entro por la ventana abierta, era un goglin, el que estaba merodeando por toda la región robando en las casas, no era un rumor era cierto! Pero Abat y Grin se mantuvieron callados.
Se oían ruidos en el salón, se estaba llevando todos los objetos de valor!! Pero Abat y Grin se mantuvieron callados, todo con tal de no cerrar esa ventana!
Al cabo de un ratito se oyó....
-Abat.-¡¡¡¡¡Grin!!!! ¡¡¡¡Grin!!!, que este goglin me está dando por culo!!!!
-Grin.- ala!!! Perdiste!!! A cerrar esa ventana!!!!
-Abat.-Pero Grin!!!
-Grin.-No te quejes y cierra la ventana, que a mi me han dado por culo tres veces y no he abierto la boca!


MORALEJA:
A LA PEREZA LE SIGUE LA POBREZA Y SI TE DESCUIDAS EL AGUJERO DE LA REALEZA

LA ENVIDIA

Una mujer tenía tres hijas: la mayor se llamaba Una Tetita, porque sólo tenía un teta en medio del pecho; la segunda se llamaba Dos Tetitas, porque tenía dos tetas como todo el mundo; y la tercera se llamaba Tres Tetitas, porque tenía las dos de todo el mundo, más una de propina en el medio de las otras dos. Y como la segunda era igual que todas las personas, ni su madre ni sus hermanas la podían soportar. Siempre le estaban diciendo: -- ¡ Qué niña más ordinaria! No te distingues nada de la gente corriente; no pareces de nuestra familia. Un día, la mandaron al campo a cuidar la cabra; y la niña estaba llorando porque tenía hambre. En esto, vio a una mujer que le dijo: -- Dos Tetitas, ¿ por qué lloras?. -- ¡ soy muy desgraciada! Tengo dos tetas como todo el mundo, y ni mi madre ni mis hermanas me quieren, me tienen desde hace tres días sin comer. Y la mujer que era un hada, le dijo: -- No llores así; toma estas semillas y las entierras delante de la puerta de tu casa. Ya verás como eso te trae suerte. Dos Tetitas se guardó las semillas, y por la noche fue a enterrarlas sin que la vieran, delante de la puerta. Y a la mañana siguiente delante de la puerta había un árbol hermosísimo, que tenía hojas de plata y frutos de oro. Sólo Dos Tetitas sabía que era un árbol mágico. La madre dijo entonces a Una Tetita : --Trepa al árbol, hija, y coge las frutas. Un Tetita trepó al árbol, pero cada vez que iba, la rama se le escapaba de las manos. No consiguió coger ni una sola manzana de oro, y la madre dijo: -- Tres Tetitas, sube tú al árbol, Tres Tetitas subió, pero le pasó lo mismo. Dos Tetitas dijo entonces: -- Voy a subir yo; a lo mejor, puedo coger las manzanas. -- ¡ Tú, y tus dos tetas! ¡Qué vas a poder! Pero la niña trepó al árbol, y las ramas no se le escapaban, sino que le acercaban las manzanas; y sus hermanas, llenas de envidia, empezaron a pegarle. Un día vieron llegar a un caballero joven y guapo, y las hermanas dijeron: -- ¡ Vete, vete, Dos Tetitas! ¡Que no te vea el caballero, que nos dará vergüenza, con lo ordinaria que eres! Como el caballero ya se acercaba, metieron a Dos Tetitas dentro de un tonel. El caballero paró el caballo y se puso a mirar al árbol. -- ¡ Qué árbol más hermoso! ¿ De quién es? Daría lo que fuera por una de sus ramas. Tres Tetitas y Un Tetita dijeron que el árbol era de ellas, y que le regalarían una de las ramas; pero las ramas no se dejaban coger. Entonces dijo el caballero: -- ¡ Qué raro! Si el árbol es vuestro, ¿cómo no podéis coger una rama? Las hermanas seguían diciendo que el árbol era suyo; pero dos Tetitas, que lo estaba oyendo todo dentro del tonel, echó a rodar unas cuantas manzanas hasta los pies del caballero. Al ver las manzanas de oro, el caballero se quedó muy asombrado y preguntó de dónde venían. Una Tetita y Tres Tetitas dijeron que tenían una hermana, pero que no dejaban que nadie la viera porque era una niña muy ordinaria, con dos tetas como todo el mundo. El caballero dijo que la quería ver, y como las hermanas no le hacían caso, él gritó: -- ¡ Dos Tetitas! La niña salió del tonel, era una niña guapísima, y el caballero le dijo: -- Dos Tetitas, ¿ quieres cortarme una rama del árbol? -- Con mucho gusto. Trepó al árbol y cortó una rama. Y él preguntó: -- ¿ Qué quieres a cambio de esta rama? -- Que me lleves contigo, Aquí me tratan muy mal, Entonces el caballero subió a Dos Tetitas a su caballo, y se la llevó a su ciudad y como el caballero la quería tanto, se casó con ella y la monto una tienda de lencería. Las dos hermanas se morían de envidia al ver que Dos Tetitas se había marchado con el caballero. Se querían consolar pensando que por lo menos tenían el árbol mágico. Pero a la mañana siguiente, el árbol había desaparecido y las hermanas se quedaron sin nada.