lunes, 21 de abril de 2008

LA LUJURIA

Ereb era un Elfo que llevaba tiempo buscando la casa del placer también conocida como el Molinillo Magenta, y cuando la encontró se quitó su sombrero verde con gusto y llamó a la puerta y le abrieron. La sala principal tenía una puerta al fondo. Llamó y le volvieron a abrir.
Había una cama y una ninfa. La ninfa le dijo:
-Bienvenido al Molinillo Magenta. Yo te acaricio la mano. Sólo eso. Pero la acaricio como nadie te la ha acariciado nunca. Si quieres más, llama a esa puerta pero no vuelvas mas a esta habitación nunca.
-Quiero más –dijo el Elfo.
Llamó a la siguiente puerta y le abrieron.
Había una cama y otra ninfa y esta le dijo:
- Bienvenido al Molinillo Magenta, Yo abro mis piernas y recibo tu semen en mi vagina. Ninguna ninfa te habrá hecho el amor como yo. Sólo te daré eso, tantas veces como quieras. Si deseas más, llama a la siguiente puerta y no vuelvas aquí.
El elfo, por supuesto, quería más.
Llamó y le abrieron. Había una cama y dos ninfas.
-Nosotras te besamos y devoramos tu falo, nos abrimos de piernas y recibimos tu semen en la vagina, alzamos las nalgas y recibimos tu semen en el ano. Tantas veces como quieras. Si aspiras a más, sigue adelante, nunca vuelvas, franquea el umbral.
-Quiero mucho más –dijo el elfo.
Llamó a otra puerta. Había una ninfa adolescente desnuda sobre una cama.
-Todo te lo doy, todo el tiempo. Sexo oral, sexo anal, coprofilia, coprofagia, pégame y te diré que te amo, puedes matarme. Bebo tu semen. Me unto con tu semen las mejillas. Te azoto. Te hago cortes en el pecho con una cuchilla. Me masturbo para ti, bailo y canto. También te acaricio la mano.
-Yo quiero más.
-¿Cómo sabes que hay más? –contestó la ninfa.
-Porque hay una puerta de salida en tu habitación.
-Si la cruzas, no vuelvas.
El elfo cruzó la puerta de salida de la habitación.
Había otra habitación, sin puerta de salida.
En la habitación había una cama. El elfo se tumbó sobre ella. Miró hacia el techo.
-Esta es la habitación final del Molinillo Magenta –se dijo-. Sólo tengo que esperar, porque ahora aquí no hay nadie.
Esperó varios minutos pero ninguna ninfa vino a saciarle.
Siguió esperando.
Pasaron varias horas y el elfo se entretuvo recordando a la primera ninfa. Era bella y rubia. Le hubiera acariciado la mano como nadie nunca se la pudo acariciar. Se excitó pensando en ello.
Siguió esperando porque nadie venía.
Recordó a la segunda ninfa. Era morena y bonita. Tenía los muslos húmedos. Le hubiera hecho el amor como nadie nunca se lo hizo. Se excitó pensando en penetrarla.
Siguió esperando la llegada del placer máximo.
Recordó a las dos ninfas. Podía haberlas ordenado hacer lo que él quisiera, podía haberse acostado con ambas a la vez y luego descansar mientras ellas se acostaban juntas. Estaba muy excitado imaginando las posibilidades.
La espera en la última habitación del Molinillo Magenta no le desagradaba.
Y recordó a la niña ninfa, pura piel virgen sobre un lecho perfumado. Semen en sus mejillas y azotes, sodomía, penetración Todo el goce del mundo al otro lado de una puerta que ya no podía transponer.
Y los pensamientos de su imaginación le mataron de gozo.

MORALEJA: O se peca, o se seca..

1 comentario:

Mary dijo...

Hola!! He estado leyendo tus cuento sobre la gula, la lujuria y la avaricia. ¿Son inventados tuyos o sacados de otros libros?